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Las mujeres mayores como sostén de la vida

En un contexto de creciente envejecimiento poblacional, desigualdad estructural y carencia de sistemas públicos de cuidado, son las mujeres mayores quienes están asumiendo, de manera no remunerada, el trabajo de cuidar a otras personas mayores en situación de dependencia funcional.

Así lo señaló la Dra. Araceli Dennise Díaz Pedroza, investigadora de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), durante su participación en el Seminario de Investigación Miércoles con Ciencia, con la ponencia titulada “Las mujeres mayores como sostén de la vida: cuidados no remunerados a las vejeces”.

Con base en una investigación cualitativa realizada en Mérida, la especialista destacó la existencia de una profunda crisis de los cuidados en México, y en particular en Yucatán, donde no hay suficiente infraestructura ni políticas públicas que garanticen el derecho a cuidar, ser cuidado y autocuidarse.

“Ante esta apatía estructural, son las mujeres mayores quienes están cuidando a quienes cuidan, muchas veces en condiciones de precariedad, sin reconocimiento ni apoyo institucional”, puntualizó.

Lejos del estereotipo tradicional de la “abuela cuidadora”, explicó Díaz Pedroza, estas mujeres también asumen el cuidado de cónyuges, hermanas, hermanos, madres, padres, así como hijas, hijos, nietas, nietos e incluso mascotas.

“Estas mujeres, muchas de ellas ya jubiladas o sin acceso a un empleo formal, son vistas como quienes tienen el tiempo y la disposición para cuidar, pero detrás hay una gran carga física, emocional y mental”, señaló.

La investigadora detalló que su estudio parte de cuatro grandes contextos:

La transición demográfica acelerada en América Latina y el Caribe, donde poblaciones como la de Yucatán envejecen a gran velocidad, sin que se hayan resuelto problemáticas estructurales como la desigualdad, la pobreza o la precariedad de los sistemas de salud.

Una transformación en el panorama de salud, con una doble carga de enfermedades: persisten las infecciosas, pero aumentan las enfermedades no transmisibles como diabetes, hipertensión, demencias o cáncer, que requieren cuidados prolongados, especializados y sostenidos.

La crisis global de los cuidados, donde la demanda de atención directa ha aumentado considerablemente, mientras disminuye la disponibilidad de personas para brindarlos. A pesar de la feminización del cuidado, las mujeres jóvenes y adultas también se han insertado en el mercado laboral, dejando una carga cada vez mayor sobre las mujeres mayores.

La falta de un sistema público de cuidados para personas mayores, pues la mayoría de los esfuerzos están dirigidos a la primera infancia.

“En Yucatán, sólo existen dos instituciones públicas: el albergue Renacer y el Centro Integral Armonía, que resultan insuficientes y están alejadas de las zonas habitadas por muchas de estas mujeres”, comentó.

Díaz Pedroza también señaló que las residencias geriátricas privadas en Mérida tienen un precio que oscila entre 8,500 y 10,000 pesos mensuales en las opciones de “bajo” costo, y pueden alcanzar hasta 25,000 o 54,000 pesos mensuales en los casos más costosos, sin contar gastos adicionales en medicamentos o insumos.

“Con los salarios más bajos del país, la mayoría de las familias yucatecas no puede acceder a estos servicios. La pregunta no es qué tipo de cuidados se quiere, sino para cuántos alcanza”, advirtió.

La investigación, de corte etnográfico, se construyó a partir de entrevistas a profundidad bajo un enfoque de percepción participante, que permitió convivir con las mujeres mayores en sus hogares, compartir sus rutinas, espacios y experiencias.

Las voces recabadas dan lugar a narrativas feministas que visibilizan su trabajo de cuidado no remunerado. Muchas de ellas, explicó la ponente, no se sienten con derecho a quejarse.

“Se espera de ellas que cuiden con amor y entrega, porque ‘ya están en casa’, porque ‘no trabajan’, porque ‘tienen tiempo’. Pero estas tareas generan un alto desgaste físico, emocional y mental. Y lo más preocupante es que lo viven en silencio”, precisó.

Finalmente, Díaz Pedroza hizo un llamado a reconocer a las mujeres mayores como sujetas activas dentro de los sistemas de cuidado, y no únicamente como receptoras pasivas.

“Es urgente repensar los modelos de cuidado desde una perspectiva de género, interseccional y con justicia social, para garantizar cuidados dignos, accesibles y sostenibles para todas y todos”, concluyó.

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