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Silencio histórico en la Basílica, coronavirus «apagó» celebración guadalupana

El más grande fenómeno religioso de México es una víctima más de la covid-19.
En un hecho sin precedentes en la historia de la Ciudad de México, la Basílica de Guadalupe y el resto del santuario mariano cerró sus puertas a los millones de fieles que cada año hacen de su visita su leit motiv.
Esta celebración estremece a la ciudad cada año, pues millones de feligreses caminan, pedalean y peregrinan de todas las formas posibles al Tepeyac, en una fiesta que arranca desde semanas antes y tiene su punto culminante la noche del 11 y todo el día 12 diciembre, cuando millones de personas pasan debajo de la imagen de la Guadalupana cargando sus reliquias, cuadros, efigies y todas sus esperanzas.
El impacto del cierre del santuario mariano va más allá de cancelar una visita a la Basílica.
A lo largo de las autopistas que conectan con los estados vecinos, de avenidas y calles de la Ciudad de México, decenas de miles de personas que caminan hacia La Villa. Comerciantes, empresarios y feligreses pagan sus propias mandas o agradecen a la virgen saliendo a las calles a obsequiarles comida y bebidas.
Organizaciones religiosas y médicas dan primeros auxilios y brindan áreas de descanso e incluso de oración en todos los ingresos carreteros a la capital del país.
Alrededor de la Basílica y hasta un kilómetro a la redonda se convierte en un campamento, pese a los esfuerzos de miles de funcionarios de la alcaldía de Gustavo A. Madero y de la totalidad de la policía capitalina por mantener a raya a los visitantes.
Se calcula que la actividad comercial durante los días 11 y 12 de diciembre llega a cerca de 750 millones de pesos tan sólo por los gastos de comida y la compra de recuerdos que realizan los peregrinos.
Este año, la fiesta en La Villa no tendrá ni serenatas ni Mañanitas. Las únicas celebraciones estarán en los altares que hay en cada colonia.
Hoy en el santuario mariano más visitado del mundo todo es silencio y vacío: la Basílica nueva, la Basílica antigua, la iglesia del Pocito, la Capilla de Indios (donde miles acuden este día a “jurar”), la iglesia del “cerrito” y los jardines.
El virus obligó a algo que desde que se tiene memoria no había ocurrido: que los peregrinos, ávidos de consuelo, no puedan ver de cerca y rezarle a aquella a la que consideran su madre.

LLEGARON SÓLO 15 PEREGRINOS
Hasta las 18:00 horas de ayer, la alcaldía de Gustavo A. Madero había registrado el arribo de 15 visitantes. Luego, llegó Vidal Hernández, quien tiene 43 años y es albañil.
Desde hace 15 años va en bicicleta a la Basílica de Guadalupe; ayer llegó para probar suerte, pero fue detenido en Calzada de Guadalupe y Garrido, donde está el último filtro policiaco.
Con una playera que recuerda a su familia, sólo pidió que se terminara la pandemia por covid.
Minutos después, una mujer se arrodilló a rezar, sin importarle la presencia policial; las lágrimas la acompañaron por unos minutos, y después siguió su camino sobre Garrido.
Estos cierres y filtros se instalaron en un perímetro de más de un kilómetro sobre avenida Calzada de Guadalupe y Circuito Interior hasta Garrido, con dos mil 500 elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y 175 unidades y estará desplegado hasta el 13 de diciembre.

 

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