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La trágica vida y muerte (en casa) de Yaz y Mitzi, de 7 y 5, hermanas

Un camino de terracería, el viento haciendo pequeños remolinos de aire; polvo y basura entre las calles sin pavimentar. Una privada, tres perros bajo el sol y a unos cuantos pasos un terreno enrejado.

Dos moños blancos cuelgan de la puerta. Hubo muerte en esa casa, donde años atrás todo era risas y fiestas y alegría. Ahora, solo queda un niño con ojos color miel que corre entre las mascotas y pide golosinas mientras juega con un teléfono celular. Sus sobrinas, sus compañeras de travesuras, ya no están. No van a regresar. La violencia las mató.

Yatziri de siete años y Mitzi Aidé de cinco años eran hermanas, hijas de Rafael N. y Alejandra Viridiana N. “Yatzi” o “Yaz”, como le decían de cariño, fue la primera hija de la pareja.

Los primeros años de su vida los vivió con sus papás, en casa de sus abuelos maternos, en la colonia Barranca Honda de la ciudad de Puebla. Cuando tenía dos años nació su hermana Mitzi.

Las dos niñas fueron bautizadas juntas, sus abuelos, Patricia Torres López y Gonzalo Martínez Hernández, aún conservan las fotos de la ceremonia. Los ropajes blancos que portaban ese día aún se mojan con sus lágrimas, es el único recuerdo tangible que les queda de las niñas.

La casa no es muy amplia, la privacidad es un lujo entre habitaciones; lo único que las divide son cortinas. Con el pretexto de tener su propio espacio, Alejandra, Rafael y las niñas se mudaron con la madre de él. Ocasionalmente las niñas visitaron el hogar de “mamá Paty”, su abuela, “mamá Dolores”, su bisabuela y “papá Migue”, su bisabuelo.

Cuando llegaban bailaban, cantaban y jugaban dentro de una tina con su tío Gabriel, quien apenas les lleva un par de años. Podían pasar horas divirtiéndose, usando solo su imaginación.

A decir de sus bisabuelos, María del Carmen Dolores Martínez Hernández y Miguel Ángel Quiñones Téllez, en este lugar no existía sufrimiento ni violencia y esto se reflejaba en sus rostros, plasmados en las fotografías que aún conservan.

La alegría de Yaz quedó grabada en una foto el día de su bautizo. No era una bebé cuando recibió el sacramento. Su largo cabello negro le permitió lucir un peinado adornado con una diadema de flores blancas que hacían juego con su vestido. Su sonrisa era tan grande que sus ojos se hacían chiquitos y sus mejillas se volvían los protagonistas de su rostro.

Esta misma felicidad se notaba en Mitzi. A pesar de su corta edad siempre fueron compañeras de travesuras, pero la complicidad de las hermanas se rompió cuando sus padres se separaron.

Rafael terminó la relación con Alejandra y se las llevó a la casa de Mónica Naxshely N., su nueva pareja. En menos de un año ambas murieron víctimas de maltrato infantil.

De acuerdo con datos proporcionados por el fiscal de Puebla, Gilberto Higuera Bernal, todos los días la Fiscalía General del Estado (FGE) judicializa diez casos de abuso sexual y físico cometido contra menores de edad.

Además, de enero a agosto de 2020, el Sistema Estatal DIF atendió 277 casos de maltrato infantil, según declaró el Gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, en una conferencia de prensa.

Periódico Central buscó una entrevista con la Procuraduría de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, para conocer el número de niñas y niños que han atendido por violencia infantil durante el 2020 y lo que va del 2021 en Puebla.

Sin embargo, el enlace de comunicación de esta dependencia no concretó una fecha para atender la petición y posteriormente fue suspendida, pues entró en vigor la veda electoral. No obstante, previamente adelantó que carecen de un registro.

Emmanuel Durán, Secretario Ejecutivo y Director del Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Puebla de la Red por la Infancia y la Adolescencia de Puebla AC., coincide con él: “no existe una cifra oficial en el estado ni en el municipio de Puebla en torno al maltrato que sufren”.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), el DIF municipal solo monitorea los casos que recibe mientras que su homóloga a nivel estatal debe tener por ley un sistema de información. Sin embargo, esta plataforma digital fue retirada y los datos se perdieron. Por lo tanto, no existe un registro de acceso público que permita dimensionar la problemática.

YAZ DESTAPA LA CLOACA DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

Yaz y Mitzi son parte de esa cifra perdida de niños víctimas de la violencia en Puebla. Yaz fue hospitalizada en cinco ocasiones, pero su último ingreso, en agosto de 2020 al Hospital de “La Margarita” del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), evidenció el maltrato que sufrió. Cuatro meses después murió.

La activista Frida Guerrera fue la primera en tomar conocimiento del caso. Los médicos del hospital le informaron que una niña de siete años ingresó con signos de violencia, y pidiendo que la dejaran morir. Los abusos contra la niña fueron exhibidos en diversos medios de comunicación hasta que llegó a manos del Gobernador de Puebla.

Luis Miguel Barbosa Huerta prometió implementar medidas de protección para Yaz. Una semana después sus padres fueron detenidos.

Los abuelos maternos de Yaz aseguraron que el hospital ya había notificado a la FGE sobre los constantes ingresos de la niña por golpes y lesiones.

Sin embargo, en el comunicado emitido por la dependencia, se dijo que fue hasta el 22 de agosto cuando la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género contra las Mujeres tomó conocimiento de la situación, y después de diversas diligencias se determinó que la niña presentaba síndrome del niño maltratado.

Además, tenía infecciones y llagas provocadas por falta de cuidado tras ser operada en abril del mismo año por daños intestinales.

Dos meses después, en octubre de 2020, agentes ministeriales aprehendieron a Mónica. Rafael y Alejandra fueron vinculados a proceso por violencia familiar y abandono de personas mientras que la madrastra fue acusada de violencia familiar equiparada y lesiones dolosas. Los tres se encuentran presos.

Yaz estuvo hospitalizada en el área de terapia intensiva cuatro meses; durante este tiempo su estado de salud nunca mejoró. Incluso, fue sometida a dos cirugías y se le realizaron varios aseos quirúrgicos.

Yaz murió sin poder despedirse de sus abuelos, los cuales en más de una ocasión pidieron verla, pero nunca se les permitió. Desde la cárcel, su madre también solicitó un permiso para ver por última vez a su hija y, aunque le fue concedido, la menor de edad la rechazó.

El caso de Yaz causó indignación en México, pero después de su muerte, la palabra justicia quedó en el olvido. Aunque sus padres y madrastra están detenidos, la probabilidad de que reciban sentencia es muy lejana, pues no se han realizado más diligencias para fincar responsabilidades. Con información de Sin Embargo

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