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La leyenda de la «gran red de cuevas y túneles de Mérida» que sobrevive a la modernidad

En la tradición oral de esta ciudad existe un relato que ha sobrevivido al paso de los años y que habla de un complejo sistema de comunicación subterránea conformado por cuevas y túneles que se supone unían edificios estratégicos del corazón de Mérida.

Cada cierto tiempo han surgido polémicas en torno al tema de los supuestos pasadizos secretos de la ciudad de Mérida, y que sirvieron para conectar principalmente varias iglesias del centro histórico con la llamada Iglesia de Monjas.

Eso en el entendido que los subterráneos fueron construidos para que las monjas enclaustradas no tuviesen contacto con el mundo exterior y también se decía que uno de los pasadizos iba de la Iglesia de Monjas a la Catedral y también conectaba al convento de San Francisco el Grande.

La historia se ha replicado por generaciones, incluso con el arribo de las redes sociales, se le han añadido nuevas conjeturas en el sentido de que en ese sistema de pasadizos se han encontrados fetos humanos que se supone fueron dejados ahí por las monjas que eran obligadas a abortar tras quedar embarazadas.

Incluso, se hablaba de que no sólo las monjas usaban esos túneles para dejar el producto de sus faltas con los párrocos de la época, sino que damas de la alta sociedad recurrían a esos sitios para deshacerse de bebés que habían engendrado con hombres non gratos para sus familias.

«NO EXISTEN SUFICIENTES EVIDENCIAS»

En una plática que sostuvimos hace algún tiempo con el arqueólogo e investigador del Centro INAH-Yucatán, Alfredo Barrera Rubio, indicó que lo que realmente se ha comprobado en torno a la historia de los pasadizos es que se trata de una tradición popular que ha logrado sobrevivir desde hace varios siglos.

Lo único que se ha comprobado es la existencia de algunos tramos de pasadizos como el que se encontró donde estaba antiguamente la empresa de fotografía de Luis Espinosa Espinoza, llamada Fotografía Guerra y que estuvo ubicada en la calle 62 por 63, en el centro de la ciudad, explicó.


En ese sitio, agregó, también funcionó un bar llamado Yanalum y ahí había una especie de túnel o caverna, pero nunca se ha podido probar que formara parte de una cámara de pasadizos y mucho menos que conectara con la Catedral.

De igual modo, mencionó, se hallaron otros túneles en las excavaciones que se realizaron en la llamada Casa de los Ladrillos ubicada en la esquina de la calle 62 por 63, donde inclusive existe una publicación al respecto.

Los propios investigadores que trabajaron en la Casa de los Ladrillos afirman que desde la época colonial se empezaron a construir en algunas de las principales casas del centro de la ciudad, unos pasadizos artificiales, cuya función ha sido motivo de fuertes polémicas, pero que no existe hasta hoy evidencia de una red de pasadizos.

«ERAN DEPÓSITOS DE ALIMENTOS»

La hipótesis más sobria indica que estos espacios sirvieron de depósitos de alimentos, licores y variadas pertenencias de sus antiguos habitantes, que es la que se plasma en el libro El Convento de Monjas , del arqueólogo Sergio Grosjean Abimerih.

En entrevista, Grosjean Abimerih comentó que todo parece apuntar a que los túneles fueron hechos por los primeros pobladores de la ciudad maya de T´Ho, donde se fundó Mérida, para sustraer materiales que les permitieran construir sus casas y edificios.

Luego, como menciono en el libro, fueron usados por los recién llegados españoles como bodegas para guardar alimentos, licores y algunos objetos que consideraban de uso o valor personal , precisó.

Comentó que la mayoría de los relatos del sistema de túneles conectados provienen de personas que entraron de muy pequeños, hablamos de personas que hoy tienen más de 80 años .

Es lógico que cuando eres un niño y entras a un túnel todo lo ves enorme y más si entras con una velita, impone y es probable que así hayan surgido los primeros relatos de que debajo del primer cuadro de la ciudad había una red de túneles y pasadizos , añadió.


Lo del presunto hallazgo de fetos y esqueletos que supuestamente fueron dejados ahí por las religiosas que vivían en lo que hoy se conoce como el Convento de Monjas, para Grosjean es producto de una circunstancia histórica que un hecho sustentado en la realidad.

Explicó que en 1867, el Ejército Liberal que luchaba con Benito Juárez expropia el convento y pues era de todos conocido que Juárez buscaba separar la Iglesia del Estado Mexicano.

Y, pues, agregó, con el afán de desprestigiar a las monjas que vivían ahí, se empezó a hablar de supuestos túneles para que las mujeres pudieran tener relaciones sexuales con los sacerdotes de la Catedral.

Por otro lado, en obras recientes de repavimentación y cableado subterráneo en el corazón de la capital sólo se han encontrado vestigios de cerámica y algunos artefactos que se presume pertenecieron a la antigua ciudad maya de T´ho, pero no sistemas de túneles.

De tal modo que tanto para Barrera Rubio como para Grosjean Abimerhi, hasta que no exista algún programa de excavaciones en el centro de la ciudad encaminada a buscar esa red de túneles secretos, la historia carecerá de veracidad y seguirá siendo solo una leyenda urbana.

Sin embargo, la leyenda de los túneles de Mérida no es la única, pues en varios libros y publicaciones sobre los relatos y leyendas de Yucatán también se habla de la existencia de un conducto que partía desde la puerta del convento de San Miguel Arcángel de Maní y llegaba hasta la iglesia de Monjas en Mérida, es decir, casi 100 kilómetros.

Empero, al igual que sucede con el caso de la capital yucateca, no existen evidencias de la existencia de ese túnel de 100 kilómetros, por lo que se trata de otro relato que ha pasado de generación en generación y se ha mantenido vigente entre los yucatecos.

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