Desde que inició la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, uno de los objetos que se volvió de uso diario fue el cubrebocas o mascarilla como una barrera de protección ante el posible contagio de COVID-19.
Sin embargo, ante la disminución del número de contagios y los avances que se han tenido en la vacunación de los diferentes sectores de la población, algunas regiones y estados ya han optado por eliminar el uso de este instrumento en espacios públicos y cerrados.
Esto ha traído consigo un fenómeno que se ha denominado como el “síndrome de la cara vacía”, ya que la eliminación del cubrebocas puede acarrear síntomas de ansiedad social y timidez de volver a mostrar el rostro al público.
Daniel Cárdenas García, psicólogo clínico, explicó a VANGUARDIA que este síndrome refiere a una fobia o miedo que se caracteriza por la sensación de inseguridad que se genera al dejar al descubierto el rostro, además del temor a contagiarse.
“La mascarilla, al cubrir la mitad del rostro, nos oculta ciertas imperfecciones como acné, arrugas, lunares, vello facial, la forma de la dentadura y entre otras circunstancias; si llegaran a eliminar el uso de cubrebocas de forma permanente, el cambio con y sin esta herramienta de protección personal puede ser abismal y llamar a los complejos”, explica el profesional de la salud mental.
Este síndrome, dice, podría afectar especialmente a los adolescentes, ya que ellos se encuentran en una etapa de crecimiento físico y personal; el retiro del cubrebocas podría hacerles sentir inseguridad, lastimar su autoestima, detonar complejos y dificultades de socialización y en la gestión de sus emociones.
PERO… ¿CÓMO SUPERAR ESTE SÍNDROME?
De acuerdo con Cárdenas, será necesario que no se fuerce a las personas a dejar el uso de la mascarilla, además de que la terapia psicológica sería una alternativa para ayudarles a identificar sus emociones, poner atención en ellas y con ello lograr que los afectados tengan más confianza y seguridad en sí mismos.
“Hay un término que se conoce como el ‘mask fishing’ que caracteriza al fenómeno en el que una persona parece ser más atractiva porque lleva una máscara facial y surgió precisamente de redes sociales, al inicio de la pandemia”, explica el psicólogo.
Esa frase, dice, apareció en la plataforma TikTok, cuando los usuarios mostraban en vídeos cómo lucían con una máscara facial y como se veían sin ella.
“Esto nos puso a reflexionar que con la mascarilla todos nos vemos mejor, pero hay que decir que este insumo también fue una barrera para la comunicación, nos ha llevado a tener fatiga a la hora de hablar, nos ha limitado y precarizado en la convivencia”, afirma.
Por ello, consideró que el proceso de adaptación a la vida sin mascarillas faciales dependerá de cada persona y la recomendación que se hace es ir quitando el uso de cubrebocas de forma paulatina.
“Cuando esto ocurra, vamos a sentir una liberación absoluta, pero primero se necesita de un tiempo para deshabituarnos del uso de la mascarilla facial, en tanto, seguimos atendiendo las disposiciones oficiales de Salud”, concluye el médico.