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Cuidar de las «bacterias buenas» podría evitarnos daños cerebrales

Los alimentos que conforman parte de la dieta de las personas pueden tener impacto negativo o positivo en la salud, en específico en el cerebro. El consumo de grandes cantidades de grasas saturadas y azúcares refinadas, afecta las habilidades mentales, las emociones y la manera de envejecer, entre otros aspectos.


Claudia Pérez Cruz, del Departamento de Farmacología del Cinvestav, se ha dedicado a estudiar la relación entre alimentos conocidos como funcionales (capaces de generar efectos positivos en la salud) con la conformación de la microbiota intestinal y la prevención de afectaciones en el cerebro, incluida la inflamación y algunas enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el alzhéimer.


En el intestino, principalmente, viven un conjunto de microorganismos que pueden afectar la función del cerebro y más de 90 por ciento de ellos son bacterias, las cuales se clasifican en: benéficas (ayudan a mantener una salud óptima) y patógenas (liberan sustancias dañinas o causan enfermedades).


En diversos estudios científicos se ha identificado que las alteraciones en la microbiota, cuando hay más bacterias patógenas, por ejemplo, están relacionadas con enfermedades periféricas y en el cerebro.


En el laboratorio, Pérez Cruz y su equipo de trabajo se han enfocado en evaluar el impacto de las dietas ricas en alimentos funcionales (semilla de chía, nopal, soya, así como la raíz de la cual se obtiene la cúrcuma, entre otros) y prebióticos (como la fibra soluble) sobre la función cerebral.


De esta manera han encontrado que, al cambiar la conformación de las bacterias presentes en el intestino, a partir de la ingesta de diversos alimentos, se modula la liberación de productos microbianos (metabolitos y diversas sustancias) y de esta forma la función cognitiva puede mejorar.


Estos datos indican, por una parte, que la ingesta de algunos alimentos podría evitar la aparición de daño cognitivo en edades avanzadas y también resaltan la importancia de la microbiota en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas o en su prevención.

Los experimentos, llevados a cabo en modelos animales, consistieron en inducir a los ratones a una dieta alta en azúcar, grasa y manteca, para después administrarles alimentos funcionales y evaluar si esto generaba un mejor crecimiento de las bacterias benéficas y disminuía la liberación de sustancias dañinas, es el caso del lipopolisacárido (LPS) o endotoxina.


La dieta alta en grasa saturada y azúcar genera obesidad, esto altera a las bacterias del intestino, algunas de ellas pueden liberan sustancias, como el lipopolisacárido, que activan al sistema inmune y producen inflamación, lo anterior causa daño cognitivo; sin embargo, los resultados de los estudios señalan que los alimentos funcionales son capaces de impedir dicho proceso.


Otros de los estudios realizados en el Departamento de Farmacología del Cinvestav se han enfocado en qué pasa en ratones con la enfermedad de Alzheimer y si la combinación de alimentos funcionales logra evitar el daño neurodegenerativo, poniendo especial interés en la microbiota.


Para ello, la investigadora ha realizado pruebas de memoria en modelos animales con el padecimiento neurodegenerativo y una alimentación normal, observó que los ratones no se acordaban de las cosas y no podían realizar diversas tareas, pero cuando tenían una dieta funcional mejoraba su desempeño cognitivo, esto es relevante porque para la enfermedad de Alzheimer no existe, hasta el momento, ninguna cura.


Además, las y los investigadores vieron que cuando los animales fueron alimentados dos terceras partes de su vida de forma saludable, se logró detener el desarrollo del daño cognitivo. Entre los marcadores de la neurodegeneración evaluados estuvo la proteína beta amiloide, principal componente de las placas que se encuentran en el cerebro de los pacientes con la enfermedad de Alzheimer, el cual disminuyó con la administración de alimentos funcionales.

La neuroinflamación también tuvo un descenso con este tipo de alimentos y se restauró la composición de la microbiota intestinal, esto lleva a concluir que una dieta adecuada puede promover el crecimiento de bacterias que liberan sustancias benéficas para el hospedero y limitar el de las patógenas cuyos compuestos producidos son nocivos.


Entonces, es importante cuidar la alimentación desde la infancia, ya que los cambios en la dieta pueden explicar el 57 por ciento de la variación estructural de la microbiota intestinal, esto genera inflamación de bajo grado, lo cual lleva a daño cognitivo y, finalmente, las posibilidades de desarrollar alzhéimer aumentan, pero con una dieta basada en alimentos funcionales el efecto es contrario.


Este tipo de estudios en los que se relacionan el eje microbiota-intestino-cerebro son relevantes pues enfermedades como la de Alzheimer, causante de demencia, están asociadas a eventos que pasan a lo largo de la vida y en etapas adultas y de vejez las alteraciones metabólicas, como la obesidad y diabetes, tienen un impacto importante en la degeneración del cerebro.

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