Los dermatólogos recomiendan utilizar protectores solares. El problema es que el ingrediente activo (el que bloquea la luz UV) de la mayoría de ellos es un compuesto sintético que puede provocar alergias y afectar a distintas especies marinas. Preocupado por esta situación, el Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM desarrolló un método amigable con el ambiente basado en melanina.
“Dicho pigmento absorbe la radiación UV y aunque lo generamos biotecnológicamente, es 100 por ciento idéntico al producido por nuestro cuerpo (y el de otros organismos). Por ello, este bloqueador solar natural no sería contaminante o tóxico, y se podría utilizar en el mar”, detalló el investigador Guillermo Gosset Lagarda.
A decir del responsable del Laboratorio de Ingeniería de Vías Metabólicas del IBt, tras 15 años de investigación encontraron que al mezclar información de dos tipos bacterias —mediante ingeniería genética— podían producir melanina a gran escala.
El proceso consiste en tomar una bacteria de suelo, la Rhizobium etli, extraerle el gen de la tirosinasa e introducirlo en la bacteria Escherichia coli —que vive de forma natural en nuestros intestinos— a fin de que sintetice dicha enzima. Al conseguir una cepa de E. coli con tales características se hacen cultivos en medios líquidos para generar melanina. “A partir de eso desarrollamos procesos de producción”.
Al escalar este método se lograrían cantidades a nivel industrial con costos más accesibles. “Hasta el momento no hemos identificado un límite en el proceso, por lo que podríamos obtener miles de litros y generar kilogramos de melanina pura”, aseguró Gosset Lagarda.
“El objetivo es tener un producto, antes no disponible, de manera abundante y resolver muchos problemas de salud, ambientales y sociales”, aseguró el investigador del IBt. Sin embargo, aún falta la participación de una empresa farmacéutica interesada en que este bloqueador solar sustentable llegue al mercado.
Vida marina en peligro
Cada año, 200 toneladas de restos de cremas de protección solar llegan a los océanos y ello pone en peligro la vida marina, según un artículo publicado por la revista Applied Sciences. Por ello, aunque cuidarnos del Sol es crucial, debemos hacerlo de forma responsable.
Al respecto, Roberto Arreguín Espinosa de los Monteros, del Departamento de Química de Biomacromoléculas del Instituto de Química (IQ) de la UNAM, explicó que hay dos tipos de bloqueadores: los que usan ingredientes químicos, que se absorben en la piel y liberan calor al descomponerse, y los que emplean métodos físicos para reflejar la luz, sin ser asimilados por la dermis.
Aunque a decir del biólogo, la diferencia más importante entre unos y otros es que mientras los primeros afectan a los organismos marinos, los segundos no alteran el ambiente. “Por ello yo recomiendo los bloqueadores físicos, elaborados a partir de minerales como el óxido de zinc o el dióxido de titanio”.
Las afectaciones provocadas por los químicos de estos productos, como la oxibenzona, el octinoxato y los parabenos, ya son perceptibles en la segunda barrera de coral más grande del mundo, en el Caribe mexicano, y estos daños se magnifican si consideramos las alteraciones padecidas por la fauna ligada a tales colonias coralinas, como peces, esponjas, medusas, crustáceos, moluscos, estrellas de mar y tortugas, entre otros animales.
Y esto tiene repercusiones sociales, pues además de ser sitios de desove piscícola, los corales protegen a comunidades costeras de inundaciones y tsunamis, contribuyen a la seguridad alimentaria (debido a la pesca) y son útiles en la elaboración de algunos medicamentos contra el cáncer.
Ante la ausencia de normas regulatorias para estos productos, los especialistas sugieren proteger la piel de la radiación ultravioleta sin recurrir a químicos nocivos e, idealmente, mediante barreras físicas como sombreros, gafas o camisas de manga larga.
“Debemos cuidar nuestro ecosistema y parte de ello implica usar cremas sin ingredientes que afecten al ambiente; eso haría una gran diferencia”, exhortó el investigador.
UNAM GLOBAL