La ingesta cotidiana de grasas saturadas, azúcares añadidos, bebidas azucaradas, botanas, dulces y postres tuvieron un porcentaje de consumo mayor al 70 por ciento durante el confinamiento, de acuerdo con la Encuesta de Salud y Nutrición en Niñas y Niños Menores de 12 años.
Especialistas del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) advirtieron lo alarmante que resultan los datos de dicha encuesta durante la pandemia por covid-19 en 2020, realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
“Mientras que la ingesta de azúcares añadidos, en niñas y niños de edad escolar, tuvo más de 90 por ciento de consumidores y fueron utilizados aproximadamente 4 días a la semana. Entre 13 y 17 por ciento de las niñas y los niños encuestados dijeron consumir 1 vaso (250 ml) o más de refresco en un día promedio, y cerca de 50 por ciento consumen poco menos de un vaso”.
Y a lo anterior, informó el SNDIF, se suma la falta de actividad física y el incremento en el uso de dispositivos electrónicos.
La encuesta reveló que durante el confinamiento se registró un elevado uso de aparatos electrónicos, entre ellos, la televisión, tableta y celular, como medios de entretenimiento, aún en niños más pequeños. Conforme aumenta la edad, el tiempo de exposición a las pantallas se incrementa.
Los especialistas del Sistema Nacional DIF destacaron la importancia de priorizar la disponibilidad y el acceso a alimentos nutritivos, por medio de la producción sostenible; la aplicación de restricciones en la promoción y publicidad de alimentos no saludables; y la lectura de los etiquetados frontales.
Además, garantizar la continuidad de los servicios esenciales de nutrición y de desarrollo infantil temprano, específicamente para mujeres embarazadas y lactantes, así como niños menores de cinco años; alentar y apoyar la lactancia materna e invertir en sistemas y programas de protección social que sean sensibles al género, edad y nutrición, con particular atención a los grupos nutricionalmente vulnerables.
También, promover la alimentación saludable, incluyendo comida fresca producidos localmente; fomentar la preparación de comidas saludables, fortalecer la educación alimentaria y nutricional e impulsar la actividad física regular como parte de un estilo de vida saludable para reducir grasas saturadas, azúcares añadidos, bebidas azucaradas y botanas, dulces y postres.
Es preciso atender las recomendaciones emitidas por organismos internacionales para atender los problemas de mala nutrición, desnutrición y obesidad que se incrementaron de manera sensible con motivo de las medidas sanitarias y los efectos económicos derivados de la presencia del virus en el mundo.