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Alerta en EU por llegada de un avispón gigante que es peligroso para los humanos

BLAINE, Washington — En las décadas que se ha dedicado a la apicultura, Ted McFall nunca había visto algo similar.
En noviembre, mientras detenía su camioneta para revisar un grupo de colmenas cerca de Custer, Washington, pudo ver desde la ventana un montón de cadáveres de abeja en el suelo.
 Cuando se fijó más de cerca, vio una pila de miembros de la colonia muertos enfrente de una colmena y una matanza mayor en su interior: miles y miles de abejas con la cabeza desprendida del cuerpo y sin rastro del culpable. “No lograba comprender qué podía haberlo causado”, dijo McFall.
Fue más tarde cuando comenzó a sospechar que el causante era lo que los científicos simplemente llaman “el avispón asesino”.
Con reinas que pueden crecer hasta cinco centímetros, el avispón asiático gigante, Vespa mandarinia, puede usar sus mandíbulas en forma de puntiagudas aletas de tiburón para acabar con un panal de abejas en cuestión de horas: las decapita y se aleja volando con el tórax de estas para alimentar a sus crías.

En víctimas de mayor tamaño, el potente veneno y aguijón del avispón (con la longitud suficiente para atravesar un traje de apicultor), conforma una combinación insoportable que las víctimas han comparado con un metal caliente que les atraviesa la piel.
En Japón, los avispones matan hasta 50 personas al año. Ahora, han aparecido en Estados Unidos por primera vez.
McFall sigue sin tener la certeza de que los avispones asiáticos gigantes hayan sido responsables de la devastación de su colmena, pero el otoño pasado se descubrieron dos ejemplares de los insectos depredadores en el extremo noroeste del estado de Washington, a unos kilómetros al norte de su terreno: los primeros avistamientos en Estados Unidos.
 
Desde entonces, los científicos se han lanzado a una caza a gran escala de los avispones, preocupados de que los invasores puedan diezmar la población de abejas en Estados Unidos y establecer una presencia tal, que se pierda toda esperanza de erradicación.
“Esta es nuestra oportunidad para evitar que se establezcan”, afirmó Chris Looney, entomólogo del Departamento de Agricultura del estado de Washington. “Si no logramos hacerlo en los próximos años, quizá no podamos hacerlo”.

Una fría mañana de principios de diciembre, a 4 kilómetros al norte del terreno de McFall, Jeff Kornelis estaba en el pórtico de su casa con su perro, una cruza de terrier. Bajó la vista y vio algo estremecedor: “Era el avispón más grande que haya visto”.
El insecto estaba muerto y, después de revisarlo, Kornelis tuvo la corazonada de que podría tratarse de un avispón asiático gigante.
No parecía lógico, dada su ubicación en el mundo, pero había visto un episodio del famoso Coyote Peterson en YouTube en el que recibía un piquete brutal de uno de esos avispones.
Además de su tamaño, el avispón posee una apariencia característica: tiene un rostro caricaturescamente feroz, con ojos en forma de gota como los del Hombre Araña, rayas naranjas y negras que se extienden por su cuerpo como si fuera un tigre y alas largas y delgadas como las de una pequeña libélula.
Kornelis contactó a las autoridades del estado, quienes confirmaron que se trataba de un avispón asiático gigante. Poco después se enteraron de que un apicultor de la zona también había encontrado uno de los avispones.
Looney afirmó que supo de inmediato que el estado enfrentaba un grave problema, pero teniendo solo dos ejemplares del insecto y con el invierno aproximándose, era casi imposible determinar a qué grado se había establecido la especie.
En el transcurso del invierno, los biólogos agrícolas del estado y los apicultores locales comenzaron a trabajar, preparándose para la próxima estación. Ruthie Danielsen, una apicultora que ha ayudado a organizar a sus colegas para combatir al avispón, desenrolló un mapa sobre el cofre de su auto y señaló los lugares donde los apicultores han colocado trampas en todo el condado de Whatcom.
“La mayoría de las personas temen que les pique uno de ellos”, dijo Danielsen. “Nosotros tememos que vayan a destruir por completo nuestras colmenas”.

Con información de The New York Times

 

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