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Irritabilidad, ansiedad, estrés, depresión e insomnio, efectos de la pandemia por Covid

La salud mental se define como el estado de equilibrio que debe existir entre las personas y el entorno socio-cultural que los rodea, incluye el bienestar emocional, psíquico y social e influye en cómo piensa, siente, actúa y reacciona una persona ante momentos de estrés; al respecto la OMS sostiene que la pandemia de covid-19 ha provocado una crisis nunca antes vista en ese tema.
En algunos casos, el aislamiento o distanciamiento social impuestos para contener la pandemia se podrían asociar con alteraciones en la salud mental de los individuos como ansiedad, estrés y síntomas de depresión como fatiga constante, perdida de concentración, cambios en la ingesta de alimentos, insomnio e hipersomnia.
Además, se tiene demostrado que el aislamiento en humanos, e incluso en modelos animales, produce efectos importantes en la salud mental que se pueden traducir en alteraciones de la conducta como la irritabilidad, señaló Alonso Fernández Guasti, investigador del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav.
Rosa Elena Ulloa Flores, egresada de doctorado en el mismo departamento e investigadora del Hospital Psiquiátrico Infantil Juan N. Navarro, sostiene que en México se empiezan a publicar investigaciones realizadas en población adulta, trabajadores de la salud, mujeres embarazadas y personal académico que evidencian un incremento del estrés y de síntomas de ansiedad o depresión derivados de la pandemia.
El aislamiento ha producido efectos en la salud mental, sobre todo en ciertos rangos de edad: en los niños, naturalmente más sociables, el encierro resulta perjudicial porque experimentar la conducta de juego es esencial; en los jóvenes se afecta la sociabilidad, indispensable para la formación de vínculos amistosos, amorosos o sexuales y la interacción física es muy importante para lograrlo, explica Fernández Guasti.
Los resultados de un estudio reciente emprendido por Ulloa Flores, aplicado a niños, adolescentes y adultos jóvenes de América Latina, señalan que más del 50 por ciento reporta síntomas de algún trastorno depresivo o ansioso.
Entre los indicadores que evidenciarían un aumento de enfermedades mentales durante la pandemia se encuentran: resultados de estudios realizados a manera de encuestas dirigidos a la población general que investigan la aparición de síntomas a raíz de la emergencia sanitaria; alza en la demanda de servicios de atención a la salud mental (públicos o privados); e incremento en la prevalencia observada en estudios realizados durante este periodo respecto a la reportada en análisis previos.
Por ejemplo, un estudio realizado en Alemania mostró que dos tercios de los niños y adolescentes reportaron estar afectados por la pandemia, los trastornos mentales en general se duplicaron, y los trastornos por ansiedad se incrementaron 60 por ciento respecto a estudios anteriores.
En el caso de la irritabilidad se podría asociar con un aumento de la violencia familiar, por ejemplo, las parejas actuales normalmente tienen demasiado “aire en su relación”, es decir, ventanas sin estar en compañía de su pareja, pero con el encierro pasan mucho tiempo juntos, día y noche, con una interacción intensa, sin contar con espacios de libertad, entonces eso les provoca mucho estrés e irritabilidad, sin distinción de género, expuso Alonso Fernández.
Por su parte, Rosa Elena Ulloa considera a la violencia como un fenómeno ligado a las alteraciones en la salud mental que se presenta en forma bidireccional; es decir, “una persona con ansiedad o depresión puede tornarse irritable y recurrir con mayor frecuencia a la violencia, y una persona que sufre violencia se verá afectada en su salud mental, por lo tanto, es importante incluir la evaluación y el tratamiento de estas alteraciones en todas las personas afectadas por la violencia doméstica”.
Hasta que se reinicien totalmente las actividades que implican convivencia, sería útil promover acciones dentro de casa identificadas como factores protectores del desarrollo de patologías mentales, como hacer ejercicio, involucrarse en tareas nuevas y uso de meditación para controlar el estrés.
En este sentido, la OMS recomienda reducir el tiempo dedicado a ver noticias, evitar el consumo excesivo de alcohol o sustancias psicoactivas, conservar una rutina con límites entre vida laboral y personal, respetando el horario de sueño, y buscar ayuda ante indicadores de depresión o ansiedad.
“Muchos de estos síntomas corresponden a reacciones breves o de ajuste; si la persona recibe atención oportuna y aplica las medidas señaladas, serían reversibles; sin embargo, aún se realizan estudios para determinar factores asociados a problemas crónicos de salud mental”, aseguró Rosa Elena Ulloa Flores.

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