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Evalúan estrategias para la repoblación de pepino de mar en la Península de Yucatán

Desde hace 10 años el pepino de mar (Isostichopus badionotus) se convirtió en un recurso pesquero de importancia económica en la península de Yucatán, debido a su alto valor en el mercado asiático, lo que ha llevado a la sobreexplotación de esta especie y al establecimiento de la veda permanente que prohíbe su captura.

La importancia ecológica de los pepinos de mar radica en que al alimentarse con la materia orgánica presente en el sedimento, mantienen limpio el fondo marino.

De acuerdo con Miguel Ángel Olvera Novoa, investigador del Cinvestav Unidad Mérida, entre 50 y 70 por ciento de las poblaciones de estos organismos en el mundo está sobreexplotado y pueden pasar hasta cinco décadas para que logre recuperarse de forma natural.

Al disminuir la cantidad de estos animales, el fondo del mar se deteriora y eso afecta a otros organismos, incluidos algunos de importancia comercial como el pulpo y la langosta, lo que tiene un impacto negativo en la actividad de los pescadores y en el ecosistema marino.

Olvera Novoa, adscrito al Departamento de Recursos del Mar, participó junto con investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma de Yucatán, en un estudio en el que fueron evaluadas dos estrategias de restauración poblacional del pepino de mar (I. badionotus), las cuales estuvieron enfocadas en individuos silvestres trasladados desde otras zonas menos afectadas y en juveniles de esta especie cultivados en la Estación Marina del Cinvestav.

Los datos, publicados en Estuarine, Coastal and Shelf Science, indican que tanto los individuos trasladados como los cultivados en el laboratorio y luego liberados en Sisal (al norte de la península de Yucatán), en lugares cercanos a refugios naturales y artificiales, sobrevivieron en el nuevo hábitat, lo cual sugiere que las poblaciones de I. badionotus tienen potencial para ser restauradas.

De acuerdo con los resultados, la supervivencia de los pepinos de mar silvestres fue mayor cuando los sembraron en bajas densidades, lo cual podría deberse a que existe menor competencia por el espacio y el alimento. En el caso de los juveniles cultivados, este parámetro incrementó significativamente al ser liberados en áreas con refugios artificiales, lo que se atribuye a la protección contra la depredación de otros animales.

También se estimó el aumento de talla y peso de los individuos incluidos en el estudio; los ejemplares silvestres sembrados a bajas densidades no mostraron crecimiento, mientras que ocurrió lo contrario con los juveniles cultivados y liberados en zonas con refugios artificiales.

Las diferencias en el crecimiento de los organismos puede deberse a que los trasladados desde zonas menos afectadas eran adultos o estaban cerca de serlo; en cambio los pepinos de mar cultivados y liberados eran juveniles.

En conjunto, la información reportada en la investigación indica que de optar por estas estrategias de restauración poblacional del pepino de mar, se debe tomar en cuenta la cantidad de ejemplares silvestres a trasladar y el establecimiento de refugios artificiales que garanticen mayor supervivencia de los juveniles cultivados tras su liberación.

“Si bien los resultados mostraron la supervivencia y adaptación de los organismos introducidos, para que estas estrategias funcionen se requiere de campañas informativas acerca del pepino de mar y su importancia ecológica.

Además de presentarle a las comunidades costeras opciones productivas en aras de disminuir la captura de organismos marinos en su ambiente natural, por ejemplo el cultivo de diversas especies”, señaló el especialista del Cinvestav.

La metodología del estudio consistió en trasladar a las zonas más afectadas en la península de Yucatán a 60 individuos silvestres de la especie I. badionotus, sembrados en densidades altas y bajas, y liberar el mismo número de juveniles cultivados en lugares cercanos a refugios naturales y artificiales.

Los individuos silvestres fueron monitoreados en nueve muestreos durante 133 días y los cultivados en ocho muestreos en el transcurso de 67 días, a fin de analizar la tasa de supervivencia y crecimiento, factores biológicos clave para los programas de restauración de poblaciones sobreexplotadas.

Olvera Novoa mencionó que es necesario continuar investigando acerca de la biología del pepino de mar (hábitos, preferencias alimenticias, ciclos reproductivos, entre otros aspectos) para optimizar las estrategias de protección, restauración y cultivo de este organismo marino.

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