Lucía nació cuatro días antes de que se detectara el primer caso positivo a covid-19 en México. En su primer año de vida no ha salido de casa más que a sus citas con el pediatra, las únicas personas con que convive a diario son mamá y papá; nunca ha jugado en un parque, ni ha conocido a otros bebés.
La bebé tiene una vecina de su misma edad a la que solo ha visto desde la ventana; se saludan, balbucean, pero no las pueden juntar a jugar. Como ella, miles de bebés pasaron sus primeros meses de vida entre paredes.
El desarrollo en casa de los niños nacidos durante la cuarentena podría repercutir en sus habilidades motrices y sociales, advierten expertos.
Los llamados pandemials no están llevando a cabo su formación de la misma manera que las generaciones anteriores, ellos no han tenido oportunidad de coexistir y aprender conceptos fuera de casa, lo que representaría una dificultad para incorporarse a la normalidad.
“Al no ir a la escuela, las únicas personas con las que han convivido son sus papás y si tienen la suerte de tener un hermano, pero no están teniendo estos espacios de crecer individualmente y esto va a afectar a futuro en su desarrollo emocional”, expuso la maestra en psicopedagogía, Daniela López Guzmán.
La experta refiere que no solo la parte social se ve afectada por la formación en casa. Además de que los niños no están aprendiendo a compartir, esperar su turno y lidiar con las dificultades que el salón de clases entraña; también muestran un desajuste sensorial: no han tenido contacto con las texturas, los olores y sonidos del exterior.
Por ejemplo, llevar a Lucía al supermercado en estos días, sería demasiado estímulo para ella, “les vamos a tener que enseñar que esto es normal y lo que habían vivido, no”, afirma.
La doctora explicó en entrevista con MILENIO que, emocionalmente, los niños en confinamiento muestran dependencia porque no crecen con un espacio de separación de los padres.
Ligado a lo anterior, la excesiva exposición a pantallas, el poco ejercicio físico y el bombardeo constante de información que aun le cuesta trabajo a los niños conceptualizar, puede desencadenarles problemas para la reinserción, aunque no del todo graves, comentó Luis Adrián González Mercado, médico pediatra.
El cierre de guardería anuló para los nuevos infantes la posibilidad de comunicarse y conocer a otras personas de su edad, aprender a obedecer normas sociales, e incluso resolver conflictos que suceden en las escuelas: no se han enfrentado a alguien que les jale el cabello o los moleste, por lo que no tienen modo de afinar su tolerancia a la frustración, afirmó López Guzmán.
Sin embargo, Luis Adrián aseguró que “esto puede ser sustituido en casa por el cuidador primario siempre y cuando esté comprometido con el desarrollo del niño y quiera dedicarle el suficiente tiempo”.
Si bien un recién nacido no es capaz de entender las razones para usar cubrebocas y gel antibacterial, el también especialista en medicina clínica pediátrica, detalló que quienes nacieron durante la pandemia, desde muy pequeños ya intuyen que hay algo más fuera de casa y aproximadamente a los cuatro años de edad comprenden que es por su salud que deben tomar medidas sanitarias; así que “va a depender del ambiente que creemos en casa, que ese bebé se pueda insertar sin problemas a su círculo”, explicó.
Lucía a su corta edad, sabe que hay algo del otro lado de la puerta que cruza su papá cuando sale al trabajo o por despensa, tiene curiosidad por seguirlo a donde va, y es testigo de las medidas sanitarias que se tienen para recibirlo: el uso de cubrebocas y gel antibacterial, cambiarse la ropa, desinfectar superficies, etc.
A un año del encierro, para ella todo esto es normal; no obstante, se encuentra en una etapa donde aprende todo imitando lo que ve.
La doctora López Guzmán resaltó que los niños están teniendo dificultad para reconocer expresiones faciales, como sorpresa o una sonrisa, por el uso de mascarillas; sin embargo, en un futuro cada uno podrá desarrollarlo a su ritmo porque son aspectos naturales del ser humano. Lo que realmente importa, aseveró, es el ejemplo de las personas con que conviven.
Ambos expertos coinciden en que tanto pandemials como las generaciones anteriores, resienten el cambio, también físicamente: muchos de ellos aumentaron su índice de masa corporal y disminuyeron su resistencia cardiovascular, además no están alcanzando el pico de desarrollo que deberían a su edad.
No son tan capaces como un adulto de asimilar lo que estamos pasando; por eso el acompañamiento para ellos es mucho más importante, “no por ser niños, hay que minimizar lo que sienten”.
Destacaron que mantener una rutina específica con hábitos escolares y estímulos motrices, así como un contenido adecuado a su edad (en el caso de los dispositivos), siempre dejando espacio para el juego imaginario, permite que su niñez sea plena.
Aun con las limitaciones que implica la pandemia, es posible lograr una formación completa dentro de casa.