O.J. Simpson fue uno de los deportistas estadounidenses más reconocidos de su época hasta que terminó involucrado en un caso de doble asesinato que culminaría en lo que la prensa estadounidense bautizó como «el juicio del siglo».
El exjugador profesional de fútbol americano y actor murió a los 76 años de edad, según informó su familia este jueves.
«El 10 de abril, nuestro padre, Orenthal James Simpson, sucumbió en su batalla contra el cáncer. Estaba rodeado de sus hijos y nietos», publicó la familia en la red social X.
Simpson saltó a la fama como futbolista universitario antes de jugar en la NFL y luego llegó a ser considerado como uno de los mejores jugadores de fútbol americano de la historia.
Se retiró en 1979 para dedicarse a una carrera en cine y televisión. Sus créditos incluyen papeles en The Towering Inferno («Infierno en la torre» o «El coloso en llamas»), Capricorn One («Capricornio Uno») y la saga The Naked Gun («¿Y dónde está el policía?»).
Un brutal doble asesinato
Todo empezó en la noche del domingo 12 de junio de 1994 cuando la policía encontró los cadáveres de Nicole Brown y Ronald Goldman en la residencia del barrio de Brentwood de Los Ángeles en el que vivía la exesposa de O.J. Simpson.
Las víctimas habían sido acuchilladas y degolladas mientras en el interior de la vivienda dormían los dos hijos de 9 y 6 años de Brown y Simpson, quienes se habían divorciado en 1992.
Con el paso de las horas y en base a las pruebas que se encontraron en la escena del crimen y en casa de Simpson -entre ellas los famosos guantes ensangrentados que serían clave en la absolución del exdeportista- las autoridades concluyeron que este había estado involucrado en el crimen.
Cuatro días después de los asesinatos y tras haber interrogado al sospechoso exhaustivamente, la policía de Los Ángeles comunicó a los abogados de Simpson que iban a presentar cargos en contra de su cliente, acordando que este se entregara en la mañana del 17 de junio.
Cuando las autoridades se personaron en la casa en la que Simpson se había refugiado de la presión mediática, el exdeportista -quien de ser declarado culpable podía enfrentarse a la pena de muerte- no pudo ser encontrado.
El abogado de Simpson, Robert Shapiro, les dijo a los agentes que su cliente había desaparecido alrededor de mediodía y que la última vez que había sido visto estaba en compañía de su amigo y excompañero de equipo Al Cowlings.
Fue entonces cuando las autoridades realizaron una dramática rueda de prensa en la que anunciaron que Simpson se había convertido en fugitivo y solicitaron la ayuda del público para que pudiera ser capturado.
Robert Shapiro también compareció ante los medios para pedirle a su cliente que se entregara «por el bien de su familia y de sus hijos».
Robert Kardashian -padre de la estrella de la telerrealidad Kim Kardashian y amigo personal de Simpson- leyó ante la prensa una de las tres cartas que el exdeportista había dejado antes de desaparecer en la que negaba estar involucrado en el asesinato y parecía indicar que tenía intención de quitarse la vida.
«No sientan lástima por mí. He tenido una gran vida, grandes amigos. Por favor, piensen en el verdadero O.J. y no en esta persona perdida», decía Simpson en la misiva.
«El juicio del siglo» en EE.UU.
El interés mediático por el caso Simpson continuó hasta el inicio del juicio en contra del exdeportista, que arrancó en enero de 1995 y duró nueve meses, siendo cubierto por más de 2.000 periodistas de todo el mundo.
Los fiscales argumentaron que Simpson mató a Brown en un ataque de celos.
La evidencia presentada en el juicio incluyó pruebas de sangre, cabello y fibras que vinculaban a Simpson con los asesinatos.
En uno de los momentos más memorables del juicio, los fiscales le pidieron a Simpson que se pusiera los guantes manchados de sangre encontrados en la escena del crimen, pero Simpson tuvo dificultades para que le encajaran.
Eso llevó a uno de los abogados de Simpson, Johnnie Cochrane, a decirle al jurado en sus argumentos finales una frase que quedó para la posteridad: «Si no ajusta, deben absolverlo».
La defensa argumentó que Simpson había sido incriminado por el racismo de la policía de Los Ángeles. Dos años antes, varios agentes de la ciudad californiana habían sido absueltos tras pegarle una paliza al afroestadounidense Rodney King, pese a que la agresión había sido grabada en video.
Se calcula que el 3 de octubre de 1995, cerca de 145 millones de personas vieron en directo por televisión como Simpson era declarado no culpable, en un veredicto que dividió a la sociedad estadounidense.
Pero los problemas de Simpson con la justicia no acabaron ese día.
Dos años más tarde fue condenado a pagar más de US$30 millones a las familias de su exmujer y del amigo de esta al ser hallado culpable en un juicio civil, aunque nunca llegó a pagar esa indemnización.
En 2007 fue detenido por robo a mano armada y secuestro, en un caso por el que acabó siendo condenado a entre 9 y 33 años de cárcel, saliendo de prisión en 2017.