Los recién nacidos son susceptibles a una variedad de agentes infecciosos que llegan a ser mortales, como los causantes de enfermedades respiratorias y de la meningitis, por lo cual resulta necesario estudiar las características del sistema inmune en la primera etapa de la vida a fin de desarrollar estrategias para disminuir la mortalidad infantil o determinar la mejor edad de vacunación.
Aunque la propensión a infecciones en los recién nacidos se ha atribuido a la inmadurez de su sistema inmunológico, diversos estudios han encontrado que la inmunidad neonatal no está subdesarrollada, sino regulada.
La susceptibilidad a enfermedades infecciosas en la primera etapa de la vida resulta de la presencia temporal de un tipo de células que suprimen la inflamación y con ello regulan la respuesta inmunológica, mencionó Marco Antonio Vega López, profesor adscrito al Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Cinvestav.
El investigador participó en un estudio publicado en Frontiers in Immunology, el cual se enfocó en las células eritroides conocidas como CD71+, que son producidas en la médula ósea y frecuentes en los neonatos.
El objetivo fue identificar in vitro la presencia de estas células en la sangre de niños de diferentes edades hasta los seis meses, así como los cambios en su proporción y tratar de elucidar su función en la respuesta inmunológica. Estos experimentos estuvieron complementados con pruebas en un modelo animal.
En el artículo, en el que colaboraron investigadores de la Universidad de Alberta, en Canadá, del Instituto Politécnico Nacional y del Cinvestav, se reporta que estas células suprimen la inflamación, dando lugar a una respuesta inmune deficiente, pero que permite la colonización de la microbiota en las mucosas del recién nacido.
Los resultados de las pruebas in vitro indicaron que las células CD71+ están en alta proporción en los recién nacidos y declinan a las cuatro semanas; sin embargo, en los lactantes de hasta seis meses todavía se mantienen en valores elevados en comparación con los bebés de mayor edad y las personas adultas.
De acuerdo con Vega López, la relevancia de este trabajo radica en que la información obtenida permitirá evaluar cuál es la mejor etapa de vacunación, porque si las células CD71+ suprimen la respuesta inmune y se vacuna tempranamente el resultado podría no ser el óptimo.
La parte experimental consistió en tomar muestras de sangre periférica de recién nacidos (del cordón umbilical), de niños de diferentes edades y de voluntarios adultos sanos y analizar la cantidad de células eritroides presentes, si aumentan o disminuyen con el tiempo.
Las muestras de sangre neonatal y de cordón umbilical se recolectaron en hospitales de México y Canadá, los padres firmaron un formulario de consentimiento informado para participar en la investigación.
Para comprobar el papel de las células CD71+ en la respuesta inmune se utilizó un modelo de enfermedad en ratones recién nacidos, los cuales fueron desafiados con la bacteria Listeria monocytogenes. Se observó que al eliminar las células eritroides se mejoró significativamente la tasa de supervivencia de los animales infectados en comparación al grupo control.
Las células CD71+ son importantes durante el embarazo, ya que la información genética del feto es distinta a la de la madre y el sistema inmune lo podría considerar un intruso y resultar en un aborto o un parto prematuro, esto no ocurre gracias a varios mecanismos de supresión de la inflamación, uno de ellos aparentemente mediado por las células eritroides de la mujer embarazada, explicó el investigador.
En el caso del recién nacido, al tener grandes cantidades de estas células antiinflamatorias, su respuesta ante los desafíos del medio no es tan eficiente, pero los anticuerpos que le dona la madre, primero a través de la placenta y después con la lactancia, le ayudan a lidiar contra algunos microorganismos potencialmente dañinos.
Este tipo de estudios permite entender mejor la relación materno-infante a nivel inmunológico, así como destacar la relevancia del parto natural y la lactancia materna para dotar al recién nacido de anticuerpos y facilitar que la microbiota se instale de manera adecuada, dijo Vega López.
Por lo cual, agregó el especialista del Cinvestav, sería necesario continuar con los estudios acerca de las células CD71+ en diferentes contextos, como en la preeclampsia (principal causa de muerte materna y neonatal) o la vacunación perinatal.