Reportajes
No tenían agua potable ni electricidad. Su hermana de seis meses murió de deshidratación cuando él era niño y a su familia le tocó enfrentar momentos extremadamente duros. Vivían en Palaco, una localidad en las afueras de Mexicali, en el estado de Baja California, justo al lado del muro que separa a México de Estados Unidos, al final de la línea del tren. Alfredo Quiñones-Hinojosa es ahora el director de neurocirugía de uno de los mejores hospitales del mundo: la Clínica Mayo. Ahí trabaja extirpando tumores con la misma precisión del que desactiva una bomba. Is everybody ready to rock and roll? (¿están todos listos para rockear?) dice entusiasmado antes de ingresar al quirófano para tratar de salvarle la vida a Robert, un paciente con un tumor de grandes dimensiones del interior de su cerebro. “Me siento como un samurái que va a combatir contra un monstruo extraordinario”, explica el Doctor Q, a quien así llaman en EE.UU. por la difícil pronunciación de su apellido. Con la publicación de su autobiografía reveló al mundo una excepcional historia de vida que más tarde lo llevó a convertirse en uno de los protagonistas de una serie de Netflix llamada “The Surgeon’s Cut” o “Ases del Bisturí”. Considerado como una “mente brillante” de la neurocirugía, Quiñones-Hinojosa ha tenido una vida tan inspiradora que la compañía audiovisual del actor Brad Pitt, Plan B Entertainment, quiere llevarla al cine. “El guión está casi terminado”, cuenta en diálogo con BBC Mundo. ¿Con quién vivía cuando era niño? Entiendo que usted es el mayor de cinco hermanos… Sí, pero originalmente éramos seis. Es que mi hermanita falleció de diarrea, de deshidratación, cuando tenía apenas seis meses. En esa época el acceso a cuidados médicos era muy poco común. FUENTE DE LA IMAGEN,ALFREDO QUIÑONES-HINOJOSA Entonces nos quedamos cinco: Gabriel, Jorge, Rosa, Jacqueline y yo. Mis padres no tenían mucha educación pero eran muy chambeadores (trabajadores). ¿Tenían agua potable o electricidad? ¿Le tocó a veces pasar hambre? No, no teníamos nada de eso. Traíamos el agua en garrafones y no teníamos luz. Yo nací en 1968, pero en 1977 vino una crisis y es ahí donde las familias pobres se hicieron más pobres. Es cuando empieza una bifurcación de clases mucho más acentuada. Ahí es donde nosotros entramos en hambre, ahí es donde no teníamos comida, donde lo perdimos todo. Mi padre entra en un período de depresión muy fuerte y mi madre surge como la matriarca de la familia y empieza a trabajar, a coser ropa, a limpiar casas, lo que pudiera conseguir para seguir sosteniéndonos. También tenía unos tíos que nos traían comida, que nos ayudaban cuando podían. ¿Qué recuerdos tiene de cuando era niño? Yo era un niño muy travieso, muy inquieto. Un niño lleno de imaginación. Me encantaba explorar, nos íbamos a los campos, a los canales. Yo siempre tenía ganas de viajar a las estrellas. Me imaginaba que era una persona que navegaba el mundo. ¿Le gustaba leer? Me encantaba leer una revista que se llamaba Kalimán, que era un superhéroe que utilizaba ciencias, tecnología, ingeniería, matemáticas… ¿Y qué se imaginaba que podía llegar a ser cuando fuera mayor? Como no tenía ejemplos a seguir, yo no sabía qué iba a ser. Pero te juro que yo sabía que había una luz. Cuando todos veían oscuridad, yo veía una luz y me imaginaba una vida llena de satisfacción. Pie de foto,Kalimán era una de sus revistas favoritas. Miraba las revistas de Kalimán y como él viajaba por todo el mundo, yo también quería viajar por el mundo. Mi abuelito era el que me llevaba a las montañas a explorar. Y mi abuelita materna también influyó en mi vida, porque mi Nana María, era curandera y partera. La gente la quería mucho. Décadas más tarde me vine a dar cuenta que de ella aprendí lo importante que es el servicio a la comunidad. Cuando era adolescente decidió cruzar de México a Estados Unidos saltando el muro. ¿De dónde le vino esa idea? Sale de la necesidad. Era lo que nosotros veíamos y es lo mismo que sigue pasando ahora. La idea de brincar el muro me vino porque no lo veía como un obstáculo físico que estaba frente a mí, sino como un reto. Yo estaba buscando una mejor vida, ganar un poco de dinero y mandárselo a mis padres. La gente me mira ahora, con éxito y todo, pero no tiene la menor idea de la cantidad de sacrificios que hemos tenido que pasar. La primera vez que saltó el muro no le fue muy bien… Practiqué por muchos años cómo brincar. Tienes que correr a toda velocidad, subirte rápido y antes de llegar al alambre de púas tienes que lanzar tu cuerpo hacia el otro lado. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,El Doctor Q saltó dos veces el muro cuando tenía 19 años. La primera vez lo detuvieron y la segunda vez logró su objetivo. Apenas caí del otro lado me agarraron los de migración, estuve detenido durante la noche y al día siguiente me regresé a México. Y luego fue a saltarlo por segunda vez… Es que decidí no darme por vencido. Y la segunda vez salí triunfante. Al momento de caer del otro lado, cuando tus pies tocan tierra firme, hay una cantidad de adrenalina que te agarra con fuerza y empecé a correr hacia el otro lado sin parar, brincando, saltando cercos pequeños, casas, perros. Sabía que en unas cuantas cuadras había un primo esperándome. ¿Cuántos años tenía cuando llegó a trabajar a los campos de California? Tenía 19 años cuando me fui a vivir permanentemente. Aunque a los 15 años ya había ido ilegalmente durante los veranos a trabajar en la agricultura y rogaba por trabajo y guardaba mi dinerito y me regresaba. Alfredo Quiñones-Hinojosa ¿Tenía una cama donde dormir? Al principio no tenía donde vivir, dormía en un carro, o sea era homeless (sin casa). Pero eventualmente compré una especie de casa rodante por US$300. Ahí vivíamos en el medio del campo. No teníamos agua, no había baño. ¿Y