Mucha gente llega procedente de la Ciudad de México a sumarse al boom de Yucatán. ¿Pero encuentran lo que buscan?
‘Juanpa’ Zurita y ‘Luisito Comunica’ dominan el universo YouTube nacional. En un video reciente que subieron a alguna red social, ambos hicieron referencia a esa explosión económica, mientras recorrían en taxi el centro de la capital estatal.
No son expertos en economía, pero el Inegi avala su versión: desde junio, la actividad yucateca ya es más alta que antes de la pandemia, de acuerdo con el ITAEE, un índice que sirve al Inegi justamente para medir la economía de las entidades.
No es un boom que surgió de repente. Los yucatecos solo vivieron de una cosa durante un siglo y batallaron para zafarse de esa dependencia al henequén con lo que el mundo hizo durante décadas desde mecates hasta costales para maíz, frijoles o arroz.
Despertaron poco después de 2010. El anuncio de una nueva cervecería de Grupo Modelo generó infraestructura que atrajo a proveedores y a un gigante de la producción alimentaria mexicana: Kúo y su empresa Kekén.
Los locales impulsaron complejos inmobiliarios como el Yucatán Country Club y Vía Montejo, que añadieron labores de construcción. Al empuje de los más adelantados yucatecos se sumaron modestas empresas aeronáuticas y más recientemente productoras de lanchas para el mercado estadounidense.
Grupo GICSA construyó La Isla Mérida y Thor Urbana, el The Harbor, un par de centros comerciales atípicos en la ciudad más grande del estado. Empresarios locales empujaron los proyectos City 32, Paseo 60 y Aqua Avenue.
Muchos hoteles nacieron. Todo ocurrió en menos de cinco años y eso fue solo el principio.
¿Entonces la prosperidad promete? Sí, pero no para todos los que lleguen. Los salarios aún son muy bajos en Yucatán y abundan emprendedores solitarios que terminan frustrados.
El director general de finanzas de una empresa mediana local cuenta que sus ingresos no alcanzan los 40 mil pesos mensuales. La mayoría de la gente no tiene dinero para las frivolidades.
Justamente el crecimiento económico por la vía inmobiliaria y comercial describen una causa poco común en México de crecimiento que beneficia a Yucatán: venden mucho a los recién llegados. Mucha gente lleva sus ingresos provenientes de otra parte.
Ejecutivos que vuelan cada lunes y viernes, empresarios, jubilados extranjeros y nacionales… ellos conforman una nueva población creciente que se ubicó particularmente al norte de Mérida. Ahí conviven con la clase más pudiente nacida en la entidad, en una cordial relación que evita fricciones. Se saludan en el Costco, pero rara vez asan juntos la carne que ahí compran.
A Mérida, dicen, no llega el que quiere, sino el que puede.
Quienes sí llegan dicen haber migrado por la misma razón: en el norte de esta capital, los policías suelen tocar la puerta de una casa para avisar que hay una víbora afuera, o por haber notado que un camión tiró un cable y traen de la mano al chofer para que pague los daños. Yucatán es impresionantemente seguro y los yucatecos atípicamente respetuosos del Estado de derecho.
El ticket de entrada en el norte de la capital es una renta mensual que empieza en unos 15 mil pesos y es en esa zona en donde se ubica el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI, remodelado hace un par de años para el Tianguis Turístico que se celebra esta semana en esta ciudad.
En el marco de esa fiesta, ayer Enrique Beltranena avisó que llegará mucha más gente en aviones de Volaris. En 2022, él aumentará 54 por ciento el número de asientos disponibles hacia Mérida. Este año, ese número se elevó 33 por ciento.
Por eso en la entidad hablan del proyecto de mover el aeropuerto a una nueva zona en donde puede desarrollarse la industria. Solo esperan el aval presidencial, como el que obtuvo ya la ampliación de Puerto Progreso.
Un promotor del proyecto aéreo es José Antonio Loret de Mola, de Ciclo Corporativo, quien ayer informó también de la llegada de un proyecto de Greg Norman que redondeará con un campo de golf, el gran proyecto que detonará la zona de Chichén Itzá y Valladolid.
La economía yucateca creció hasta junio 27 por ciento anualmente en un rebote que dio para recuperar los empleos de 2019. Ahora vienen las oportunidades medioambientales con una ley en el Congreso del estado. Eso lo explicaré aquí, pronto.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.
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