Hasta hace cuatro años, el consumo mundial del aceite de palma era de 73 millones de toneladas anuales, principalmente provenientes de países del sureste asiático.
Sin embargo, debido a las características geográficas del sur del país, la producción en México podría incrementarse dado el aumento en el uso tanto interno como en otras naciones.
Si bien es una oportunidad para el desarrollo económico regional, también significa un reto no solo en términos de cultivo y procesamiento de la planta, sino por la disposición de los residuos que pueda generar.
Por ello, un equipo de científicos propone procesar y aprovechar en forma de pellets otro tipo de biomasa constituida por los residuos sólidos derivados de la producción industrial de aceite de palma.
El grupo de expertos, asesorado por el investigador José Antonio Azamar Barrios, del Departamento de Física Aplicada del Cinvestav Unidad Mérida, se dio a la tarea de valorar el potencial bioenergético de este tipo de residuos, formados por la cascarilla, la fibra y los racimos sin fruto de la palma, en diversas localidades de Tabasco.
“Dada la expansión de la industria productora de aceite de palma, vimos una gran oportunidad para aprovechar los residuos, de manera que en vez de terminar en el suelo o generando emisiones, pudieran utilizarse como materia prima para obtener un biocombustible sólido”, explica Liliana Pampillón González, integrante del equipo y graduada del Cinvestav.
El cultivo de palma pasó de más de 3 mil hectáreas cultivadas en 1995 a 96 mil 657 en 2017, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Este aumento es paralelo a la expansión de la agroindustria del aceite y otros derivados para fines cosméticos, con 17 plantas de extracción operando en el país. La mayoría se concentra en los estados del sureste.
Los científicos aplicaron un modelo que toma en cuenta diversas variables como el volumen de desechos y su composición para calcular cuánta de esta biomasa es aprovechable.
Una vez ubicadas las regiones donde se generan mayor volumen de residuos, los científicos recolectaron muestras y les aplicaron diversas herramientas de análisis como espectroscopía y valor calorimétrico para conocer su composición y calcular su potencial bioenergético.
Luego evaluaron las tecnologías y procesos apropiados para transformarlos en un recurso utilizable, considerando criterios de sustentabilidad económica, social, técnica y ambiental.
Encontraron que el valor calorífico de este tipo de residuos -que oscila entre 16 y 17 Megajoules por kilogramo- resulta similar al de algunos combustibles convencionales como los derivados del petróleo.
“Esto le da un valor agregado al emplearlo como biocombustible por su gran potencial para producir energía”, afirma Liliana Pampillón.
Los científicos cruzaron estos datos con valores como el índice de biomasa en diversas regiones del estado para calcular su potencial total (no incluye costos de recolección). A partir de una cantidad estimada en 33 mil 416 toneladas de biomasa al año, Tabasco podría generar unos 156 mil Megawatts/hora de energía en el mismo periodo, un monto que equivale aproximadamente a la cuarta parte de la demanda de una ciudad pequeña.
Otra opción viable tanto en términos económicos como técnicos y ambientales sería usar bacterias (digestión anaeróbica) para liberar la energía de este tipo de biomasa, afirma la graduada del Cinvestav.
“Este proyecto va de la mano con aspectos ambientales: atendemos el manejo adecuado de estos residuos y buscamos beneficio para las comunidades más vulnerables”, concluye Liliana Pampillón González.